La banca sueña su resurrección
El pinchazo de la burbuja inmobiliaria y crediticia de la década pasada fue la antesala de la Gran Recesión, la crisis iniciada en el 2007, cuyos efectos y desequilibrios aún persisten en buena medida a día de hoy.
El sector financiero afronta el 2017 con la esperanza de que el entorno macroeconómico y su propia situación tras años de penurias le permitan empezar a remontar el vuelo
El pinchazo de la burbuja inmobiliaria y crediticia de la década pasada fue la antesala de la Gran Recesión, la crisis iniciada en el 2007, cuyos efectos y desequilibrios aún persisten en buena medida a día de hoy. Los principales perjudicados fueron los ciudadanos –el paro creció en 3 millones en España–, pero la destrucción de riqueza alcanzó de pleno a muchísimas empresas y, por supuesto, a la banca.
En los últimos diez años, el sector financiero ha transitado en medio de un mar de escándalos y pérdidas en los que ha habido de todo: quiebras y rescates de entidades, fusiones, cierres, miles de despidos y una gran destrucción de valor. La banca se ha concentrado, ha destinado centenares de miles de millones de euros a sanear sus balances, ha ampliado capital por otras decenas de miles de millones y ahora, por fin, aspira a empezar a pasar página. Es sólo una aspiración, un deseo, pero con cierto fundamento.
La victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos del pasado 8 de noviembre –junto con sus promesas de estímulos fiscales– y el alza de tipos decidida por la Reserva Federal hace diez días suponen el inicio del fin de la era de los infratipos de interés que tanto perjudican a los bancos. Y eso les ayuda.
No todo está hecho. En España, persisten algunos problemas, como el de los activos improductivos provenientes del empacho del ladrillo o el exceso de capacidad, pero la sensación es que la mayor parte del trabajo está hecho.
Mejorar la rentabilidad es posible a corto plazo porque no habrá tantas provisiones por el ladrillo.
Mientras Italia se dispone a rescatar al Monte de Paschi y a afrontar la falta de capital de buena parte de sus bancos por las escasas provisiones, el sector financiero español puede pensar en poner el foco en el proceso de digitalización y en la rentabilidad.
Ni la evolución del crédito, ni de los márgenes de interés o las comisiones mejorarán de forma espectacular en el 2017, pero sí es previsible que haya menos aportaciones negativas y más positivas derivadas de la gestión de los activos. Serán necesarias menos provisiones –el nivel de dotaciones ya es alto y la morosidad está cayendo– y habrá mayores beneficios extraordinarios por la venta de inmuebles y suelo.
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